Índice:

1. Resumen

 

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En esta ocasión os contaré lo que ella explicó sobre autoexploración y prevención del abuso infantil en los niños. 

¿Qué hacemos cuando descubrimos a los niños tocándose sus partes íntimas?

Antes de  comenzar con este tema, debemos tener información adecuada para saber cuándo una conducta es esperable de acuerdo a su edad. Esperable no es igual a deseable, porque vivimos en una sociedad y hay conductas que no pueden ser expuestas y las tenemos que ir educando.

¿Qué es Esperable los primeros 7 años de vida? El autoerotismo, es cuando una persona se genera una sensación de placer tocándose los genitales. Podemos llamarle autoerotismo o masturbación. A partir de los 11 o 12 meses, el niño tiene capacidad de explorar sus genitales.

Puede tocarse fácilmente, si es un niño, ya que sus genitales están más accesibles. En el caso de las niñas, los genitales tienen un acceso más difícil y buscan otras opciones para estimularse. Pueden frotarse  con un sillón, con muñecos, con la mano, etc. Antes de los 7 años no debería introducirse el dedo en la vagina o ano.

Una vez que tiene 5-6 años, hay que regular la conducta. Ya puede entender que hay que hacerlo en un lugar privado. Sin embargo, hay que explicarles bien qué significa privado, porque para ellos su propio mundo es privado (todo lo que ven es suyo a causa del egocentrismo por tanto privado). Podemos explicarles que el cuarto o el baño son lugares privados.

A los 7 años, veremos que disminuye la conducta, porque ya comprenden qué significa el concepto de privado y lo hacen en ese ámbito. Que disminuya la conducta o que no les veamos no significa que no lo hagan. 

Otra conducta esperable es que a los niños de 2, 3 y 4 años les encanta ver a la gente desnuda y verse desnudos, porque están desarrollando su identidad de género. Si un niño ve a su padre en el baño desnudo, verá que ambos tienen pene y por tanto deducirá que es un niño y no una niña y viceversa.

Es normal que tengan juegos sexuales infantiles, pero eso no significa que los tengamos que permitir. Es normal que pidan a otros que les enseñen sus partes íntimas. Si los descubrimos haciendo eso, primero debemos eliminar la mirada adulta (no existe intención sexual por parte de los niños que lo están haciendo) pero sí que hay que regularlo. Se les puede decir algo como «chicos, los niños juegan con ropa. Entiendo que tengáis curiosidad de ver el cuerpo de otras personas. Si queréis podemos ver algunos libros o fotografías juntos». 

¿Existe una pauta que podemos usar para separar entre una conducta esperable o los abusos sexuales?

Sabiendo de antemano que los niños imitan las conductas de los mayores, cuando un niño imita la conducta privada de los adultos que no se ven a simple vista, es cuando deberíamos preocuparnos. Estas conductas me indican que puede estar en contacto con material pornográfico, con un adulto que está abusando de él, o que está viviendo un juego sexual con otro niño. Las conductas a vigilar son: 

  1. Que pida sexo oral.
  2. Que haga movimientos sexuales, imitando una relación sexual (aquí no hablamos de movimientos sexis, porque actualmente los movimientos sexis están en todas partes).
  3. Que veamos al niño con una angustia repetitiva, queriendo hacer continuamente estos movimientos o que jueguen a chuparse el pene o la vulva.

Si observamos estas conductas debemos pensar en tres posibles situaciones:

  1. Hay otro niño con el que juega a esto.
  2. Hay un adolescente o adulto con el que hace estas actividades.
  3. Está viendo material inadecuado.

Debemos saber que un niño que no es capaz de comunicarse como un adulto y que no tienen desarrollado el cerebro con fines sexuales, todo aquello que le produce angustia lo va a repetir a través del juego. No es que sea perversión adulta ni deseo tal y como lo conocemos los mayores. El niño tiene una excitación que su cuerpo no puede procesar porque no es adulto y le produce angustia. Por eso lo repite. Es un grito de auxilio. 

¿Cómo podemos prevenir los riesgos de abuso sexual?

Algunos consejos que la experta nos da son los siguientes:

  • El más importante es trata bien a tu hijo. Cuando tratamos bien a un niño, es capaz de identificar el mal trato fuera de casa.
  • Dile que siempre tiene un adulto en el que puede confiar: que le escucha, le cree y le ayuda. Se trata de crearle una ruta segura que seguir. En casa su figura de apego paterna, en la escuela su profesor, etc.

  • Enséñale el concepto de público y privado. Todo el cuerpo es privado al tacto, pero las que menos a la vista están, son mucho más privadas al tacto (podemos decirle que hablamos de lo que cubre la ropa interior).
  • Explícale qué es cómo e incómodo. Existen caricias cómodas e incómodas. Desde los dos años podemos explicarles esto. Por ejemplo, si tu hijo te mete el dedo en la nariz, se le dice, «a Mamá no le gusta, es incómodo. Puedes tocarme el pelo de esta forma, porque es cómodo».
  • No favorecer los estereotipos: Los estereotipos les hacen débiles. Porque cuando necesiten algo no van a saber si es algo bueno o malo. Si les decimos por ejemplo, «los niños no lloran», les estamos enseñando que no deben aparentar debilidad. Por lo tanto en caso de tener un problema no nos lo van a contar. Lo mismo ocurre con las niñas con frases del tipo «no llores que te pones muy fea».
  • Educar en la equidad. Porque fomentaremos tanto la autoestima interna como externa.
  • Respetar cuando no quiere dar un beso o abrazo.
  • Por último, ser conscientes de que a veces nosotros mismos utilizamos las estrategias de un abusador en la vida cotidiana: el soborno, el chantaje y la amenaza: «si no me das un beso no te voy a querer», «no voy a comprarte más regalos si no te portas bien», etc. Cuando hacemos esto, el niño no lo va a saber identificar cuándo está en una situación de abuso.

Hasta aquí la ponencia tan interesante de Regina

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