Enseñar los cinco sentidos quizá sea un proceso un tanto complicado de hacer con niños de dos años. 

Sin embargo, el sentido del gusto es posible enseñarlo mediante actividades sensoriales, ya que a esta edad están muy receptivos a todo lo que implique manipular, saborear y experimentar. 

En el caso de S. fue una metodología eficaz. Para conseguir los objetivos, realicé la actividad en dos sesiones diferentes. 

Descripción de la actividad:

En primer lugar, utilicé un tarrito con un poquito de azúcar y otro con un poquito de sal.

Le di a probar primeramente el azúcar. Una vez lo probó, le dije: «Esto es azúcar».

Luego, hicimos lo mismo con la sal. Una vez que diferenció el sabor y la textura de la sal y el azúcar, le di a probar chocolate y queso en un mismo bol. 

Primero cogió el chocolate. Lo probó y le pregunté: «¿A qué sabe? ¿Al azúcar o a la sal? Ella señaló el azúcar. 

Posteriormente, hicimos lo mismo con el queso. Le volví a hacer la misma pregunta y ella señaló la sal. 

Este proceso lo realizamos varias veces, hasta que la comida acabó. En mi caso me quedé aquí, al menos por ahora. Sin embargo, cuando realicemos el repaso de todo lo aprendido durante el curso, le volveré a realizar la actividad pero con una dificultad un tanto mayor. Seguramente le mezclaré más comidas dulces y saladas. Se podrían mezclar frutas diferentes o gominolas con galletas saladas, patatas fritas, embutidos variados, etc. Recordar adaptar los bocados  a la capacidad del niño o la niña para evitar atragantamientos y sobre todo, no quitarles los ojos de encima.  

El segundo día realizamos una actividad similar comparando los alimentos ácidos y amargos. Para ello, le pedí que probara vinagre y chocolate puro. Le expliqué que el vinagre era ácido y el chocolate puro amargo, porque no llevaba azúcar. 

Para que pudiera comparar otros ingredientes de los mismos sabores, le di a probar café molido (sólo una pizca) porque es amargo y zumo de limón, que es un sabor ácido.

Otros alimentos ácidos son: los cítricos, la manzana verde o el yogur.

Otros alimentos amargos son: el pepino, la lechuga o la endivia.

Como podéis ver, es una actividad meramente sensorial. 

En este caso, el objetivo no es diferenciar texturas, pero si queremos también podríamos trabajarlas con este material.

Después de estas actividades podemos realizar alguna ficha, en la que se haga un dibujo diferenciando dos o más sabores, juegos interactivos en worksheet, etc.

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